Los aparcamientos disuasorios son una medida muy interesante que funciona en muchas ciudades europeas, y estoy de acuerdo con las medidas que usted comenta. Pero además, para que funcionen, realmente tienen que tener mucha mayor escala (para que tenga sentido poner autobuses regulares y frecuentes) y además la zanahoria tiene que venir acompañada del palo: hay que restringir el aparcamiento en el centro de la ciudad, tanto quitando plazas como aplicando mano dura contra la doble fila y las violaciones de la ORA. Si no, la gente sigue cogiendo el coche porque le es más cómodo.
Lo vital de los aparcamientos disuasorios es canalizar el coche de la zona metropolitana. Mañana tendremos dos conciertos importantes. ¿Qué opciones tienen los asistentes de ayuntamientos vecinos para hacer algo distinto a buscar aparcamiento en el entorno del Palacio de la Opera? Muy pocas.
En cuanto a la reducción de plazas, más que en su eliminación, habría que pensar en su transformación a uso residencial. En zonas céntricas de edificación antigua sin garajes privados (P. Ej. zona Maestranza), los residentes, usen o no el coche a diario, deben aparcarlo en algún sitio. Esto se agudizará cuando se vacíe de vehículos residentes el interior de la ciudad vieja. Como digo siempre, ojalá los coches pudiesen subirse a casa o hacerlos desaparecer chascando los dedos, pero no es posible. Y esto es una realidad que debemos asumir y tener en cuenta.
Eso es. En cualquier caso, el palo o mano dura ya se está ejecutando con la nueva ORA y la sanción de doble fila. La restricción de aparcamiento en el centro no puede llevarse a mayores cotas mientras no tengamos funcionales alternativas como por ejemplo las que aquí se plantean o la optimización del transporte público. Deber ser una transición progresiva y escalonada. Dar un hachazo de la noche a la mañana puede generar un colapso generalizado y un rechazo social sin precedentes.
Los aparcamientos disuasorios son una medida muy interesante que funciona en muchas ciudades europeas, y estoy de acuerdo con las medidas que usted comenta. Pero además, para que funcionen, realmente tienen que tener mucha mayor escala (para que tenga sentido poner autobuses regulares y frecuentes) y además la zanahoria tiene que venir acompañada del palo: hay que restringir el aparcamiento en el centro de la ciudad, tanto quitando plazas como aplicando mano dura contra la doble fila y las violaciones de la ORA. Si no, la gente sigue cogiendo el coche porque le es más cómodo.
Lo vital de los aparcamientos disuasorios es canalizar el coche de la zona metropolitana. Mañana tendremos dos conciertos importantes. ¿Qué opciones tienen los asistentes de ayuntamientos vecinos para hacer algo distinto a buscar aparcamiento en el entorno del Palacio de la Opera? Muy pocas.
En cuanto a la reducción de plazas, más que en su eliminación, habría que pensar en su transformación a uso residencial. En zonas céntricas de edificación antigua sin garajes privados (P. Ej. zona Maestranza), los residentes, usen o no el coche a diario, deben aparcarlo en algún sitio. Esto se agudizará cuando se vacíe de vehículos residentes el interior de la ciudad vieja. Como digo siempre, ojalá los coches pudiesen subirse a casa o hacerlos desaparecer chascando los dedos, pero no es posible. Y esto es una realidad que debemos asumir y tener en cuenta.
Eso es. En cualquier caso, el palo o mano dura ya se está ejecutando con la nueva ORA y la sanción de doble fila. La restricción de aparcamiento en el centro no puede llevarse a mayores cotas mientras no tengamos funcionales alternativas como por ejemplo las que aquí se plantean o la optimización del transporte público. Deber ser una transición progresiva y escalonada. Dar un hachazo de la noche a la mañana puede generar un colapso generalizado y un rechazo social sin precedentes.